La Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga se instituyó el día
veintiuno de enero del año 1921. El acta fundacional fue firmada, en la
sacristía de la desaparecida iglesia de la Merced, por los hermanos
mayores de las hermandades de Jesús el Rico; la Sangre; del Paso; del
Santo Sepulcro; de la Misericordia, de la Puente; de la Expiración; de
Azotes y Columna, Exaltación y Mayor Dolor de la Santa Vera Cruz; de la
Soledad de San Pablo; de la Oración en el Huerto y Concepción Dolorosa;
de la Pollinica; y de Nuestra señora de la Victoria. Como primer
presidente fue elegido el de la hermandad más antigua, la archicofradía
de la Sangre, Antonio Baena Gómez. Más tarde se incorporaron otras
hermandades: en febrero de 1921, la de la Buena Muerte y Ánimas y
Nuestra Señora de la Soledad; en 1922, la de la Amargura (Zamarrilla),
en 1923 la de la Humildad; en 1924 las de la Columna, Humillación;
Rescate, Amor y Sagrada Cena Sacramental; en 1925 la de los Pasos en el
Monte Calvario; en 1926 la del Sagrado Descendimiento; en 1928 la de la
Piedad. La constitución de esta entidad estableció un hecho novedoso;
fue la primera de las de su género que se instituyó en España.
la Agrupación de Cofradías nació con la finalidad de fomentar la piedad y
caridad cristiana, encauzar dentro del mayor fervor y suntuosidad las
procesiones de la Semana Mayor malagueña y que las cofradías y
hermandades pasionistas a ella acogidas se estimasen mutuamente y
auxiliasen en las necesidades y manifestaciones de culto. Del mismo
modo, se intentaba prestigiar la labor que desarrollaban las cofradías
al tiempo que se trataba de conseguir de las instancias municipales y
del comercio en general el apoyo y la ayuda económica necesaria para
realzar la Semana Santa.
A partir de la creación de esta asociación, se debe entender la fenomenología de la Semana Santa malagueña como un hecho colectivo, frente al individualismo que había sido la tónica dominante hasta este momento.
A partir de la creación de esta asociación, se debe entender la fenomenología de la Semana Santa malagueña como un hecho colectivo, frente al individualismo que había sido la tónica dominante hasta este momento.
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