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9 de noviembre de 2015

HISTORIA DEL SILO "MALAGUEÑO":











Desgraciadamente , ya no existe pero durante casi 50 años , fue muy necesario.
Hubo una época en que resultó necesario construir silos en muchos puntos de España para ordenar el tráfico del trigo. El de Málaga se levantó en 1953. Llegaban los barcos al puerto y, con unos largos brazos, se almacenaba allí el cereal. El género llegaba de Argentina. Desde aquí se llegó a exportar una variedad cultivada en Ronda.
El silo del puerto de Málaga fue diseñado por el arquitecto José Iznaja y su construcción se llevó a cabo entre los años 1948 y 1952, convirtiéndose Málaga en la primera ciudad española con un silo portuario de estas características. Durante más de medio siglo ha formado parte del paisaje de nuestra ciudad hasta que, tras varios años sin uso, la autoridad portuaria decidió llevar a cabo su demolición para construir en su lugar el paseo del palmeral.
La decisión de construir un silo para cereales en Málaga no fue gratuita ni aleatoria, sino que el Servicio Nacional del Trigo acometió un estudio estadístico previo sobre el tráfico de la mercancía a partir de 1938, pues los datos anteriores se habían perdido durante la Guerra. La construcción de silos en estas circunstancias no puede separarse del clima postbélico y de los reiterados intentos de la administración por regularizar el mercado de un producto alimenticio tan esencial como era el pan. Un puntal esencial de esta política fue la creación de la Red Nacional de Silos, de los que, precisamente el de Málaga, fue el primero en construirse. Se da la circunstancia de que en 1943 se produjo un pico en el tránsitp de cereales por el puerto de Málaga, muy por encima de los años precedentes, y que se cuantifica en las 98.000 Tm. exportadas y las 86.000 importadas . Una Orden Ministerial de 26 de julio de 1946 ordenó la construcción del silo de Málaga.
El edificio lo integran dos cuerpos o naves de diferente longitud y altura que se entrecruzan, quedando dividida la nave longitudinal en dos mitades simétricas, destinadas cada una de ellas a acoger 28 celdas, haciendo un total de 56. Cada celda tiene capacidad para acoger 300 Tm. y se construyeron de ladrillo cerámico armado en hiladas horizontales con refuerzo de hormigón armado en los ángulos. Estas paredes son soportadas por las tolvas, realizadas también en hormigón armado y cuyos encuentros constituyen vigas de 90 ctms. de sección trapezoidal que descansan sobre pilares, también de hormigón. Los muros de fachada son de ladrillo cerámico hueco.
Por encima de las celdas (cota +20'30) se dispone una plantadiáfana en la que sobresalen los pilares de hormigón armado que sustentan la cubierta, más una entreplanta (cota +24´70) donde se instalan los transportadores que efectúan la distribución del grano hacia las celdas. Las cubiertas exteriores, a dos aguas, son de teja curva.
Cada uno de los dos cuerpos laterales o naves tiene unas dimensiones de 35 x 20 m. Los pilares sustentan una placa de 90 ctms. de espesor, realizada en hormigón armado, de la que penden las tolvas, que constituyen en realidad una retícula de vigas de sección trapezoidal. En la base, cada tolva dispone de una abertura de 30 x 30 ctms. El interior de las tolvas va enlucido y bruñido para minimizar la resistencia al deslizamiento del grano y evitar la formación de bóvedas naturales dentro de la masa de grano, lo que podría suponer la creación de esfuerzos importantes. En la parte superior, unas aberturas de 30 x 30 ctms. intercomunican a las tolvas evitando efectos de depresión o comprensión del aire en su interior. En el cierre de las celdas se deja una abertura protegida con rejilla y tapa, que además de para su llenado permite la inspección y el descenso de un hombre para efectuar labores de limpieza.
Especial importancia tiene la denominada torre de máquinas, en disposición vertical en el centro del silo, y en la que se alojan la mayoría de las instalaciones y accesorios, el hueco del ascensor y la escalera. En la cota superior se alojan los ciclones colectores de polvo, cerrados de forma que permite la salida del aire pero no del polvo, siendo vaciados de forma periódica.
De su exterior merece la pena destacar su estética, pues el edificio trasciende de la mera funcionalidad. La nave transversal, que supera a la otra en altura, muestra su fachada horadada con múltiples ventanales de iluminación -en contraste con el carácter más macizo de la nave longitudinal-, en los que se advierte un determinado ritmo compositivo. Uno de los tramos presenta una sucesión de tres ventanales rectangulares alargados a los que se superponen otros tantos de medio punto, fórmula que recuerda en su rítmica formulación a los de la cercana catedral, situada detrás y visible desde una perspectiva frontal, y con la que parece mantener un diálogo. Este es un factor que nos permite rechazar la idea de que el silo sea un inmueble descuidado en su diseño. Dos poderosos pináculos rematan este cuerpo, que visualmente adquiere la misma función que la torre en muchos edificios monumentales.